jueves, 3 de marzo de 2011

Escuchando a Sara

Hay un día espléndido en Bayamo; sin embargo no logro encontrar el equilibrio exacto entre la libertad de pensamiento y la interdependencia de los conflictos que me invaden hoy, solo por una poderosa razón: Daniel, mi hijo adolescente, debe discutir su trabajo final de este período académico, con el que alcanzará el título de Bachiller en Humanidades e instructor de Artes Plásticas.
Escuchando a Sara Sariol, una colega y amiga de los buenos tiempos hablar sobre Claudia, su niña de 15 años, aprendí un poco más sobre el modo de controlar mis miedos e inseguridad para comprender la complejidad de esta etapa de la vida; mientras se les  enseña a los jóvenes cómo afrontar los retos, y buscar soluciones, con independencia. Sara quizás no conozca nunca lo feliz que me hizo su conversación.
 Por mi parte desearía evitarle a Daniel disgustos, errores, incomprensiones, equivocaciones, desafíos, tristezas, añoranzas ... y determinadas situaciones difíciles que se presentan, y estar, por ejemplo, en estos momentos, en la Escuela de instructores de arte José Martí, en la vecina provincia de Holguín... pero no puedo ni debo. Él tiene la necesidad de aprender por sí mismo a buscar las respuestas y el valor de estas en el difícil camino de la emancipación.
Y aunque muchos opinan que ojos que no ven ... los vecinos de Calle Siete sienten que no obstante la escabrosa transición a la adultez, los jóvenes que como Daniel se gradúan en las diversas enseñanzas, sorprenden con una visión sui géneris el modo de percibir, sentir, apropiarse y mostrar las posibilidades inigualables de la Educación en Cuba.










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