Cuando desperté mágicamente anonadada por este día de los enamorados me atacaron los recuerdos y no supe cómo defenderme. Lo sé el amor es absolutamente recomendable.
Cuántas palabras escritas en un papel encuentro en cualquier espacio de mi pequeña geografía! Leo, contemplo, vivo y renuevo a cada minuto la ilusión de una historia inconclusa hasta ahí, hasta donde la felicidad suele resultar posible; mientras el amor me hace fuerte, importante, valiosa y multiplica el universo de mis alegrías.
Amo a este hombre y se lo digo, con la sinceridad de mi voz sonando audaz y sin reprimir la ternura, esté donde esté; aunque alguien, en algún sitio, me tilde de ilusa, romántica o utópica. A veces, me inclino y cedo a una u otra mirada de reproche o desaprobación y transgredo sempiternos mandamientos; empero, no me rindo!
Si estamos juntos me cuenta al oído milagros de cientos de leyendas que cruzan miradas, sentimientos, magia... y es, cuando, tímidamente, la luna empieza a desperezarse de su sueño.
Pobre de quien no tenga ojos para soñar! Bayamo, cómplice de tantas historias de amor, es testigo de mi puesta de sol.
Calle Siete y yo soñamos con este amor de día y de noche.
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