Esto nadie me lo contó. Con una algarabía inusual comenzó el día en La Demajagua, la Unión de Periodistas de Cuba (Upec) en la provincia había convocado a las delegaciones de base radicadas en Bayamo al Taller de periodismo investigativo.
Me siento privilegiada de escuchar razones que argumentan la fortaleza alcanzada por esta modalidad de hacer periodismo, que pone al juicio de todos lo que está oculto o lo que algunos no quieren ver, y que, muchas veces, personas que nos encontramos en una esquina, el mercado o en la calle contribuyen denunciando el mal funcionamiento de algo.
También existen criterios de que los mejores temas llegan cuando terminan las reuniones, quién sabe?, empero cualquier asunto resulta trascendente, sin importar el lugar donde aparezca, siempre que lleve a encontrar solución a necesidades sentidas, para lo cual resulta imperativo trabajar por y desde el pueblo, con sus testimonios; en ningún caso debe dársele cabida a la autocensura.
En las discusiones, los profesionales de la prensa exorcisaron demonios como la ausencia de acciones más efectivas, insuficiente respuesta o la falta de esta ante las críticas, silencio que daña y debilita.
Particularmente me gusta el contacto con la gente, conversar, intercambiar, saber cómo piensa sobre cualquier hecho cotidiano, las preocupaciones actuales en el comercio, sociales y otras no menos connotadas.
Calle Siete agregaría a todo lo anterior la trascendencia de utilizar de mejor modo el lenguaje, porque lo que no está bien
expresado resulta menos creíble y, a veces, falta un poco de cuidado y
mimo hacia el idioma.
Después de concluido el taller, se otorgaron los premios al Periodismo de opinión Dania Casalí Ramírez y Por la obra del año, en la provincia de Granma.
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