Cuando miro a Helen Sedano Pérez, la niña de nueve años de edad, que vive en la esquina, pienso en que no hay una sola pasión sobre la Tierra que no pueda ser expresada desde la ingenuidad de la infancia y los laberintos de sus aspiraciones.
Helen deviene heroína de su propia historia. Esa imagen llega a mi mente mientras disfrutaba la sonrisa de esta alumna de cuarto grado, de la escuela primaria Nguyen Van Troi, en Bayamo, quien, con una ternura desenfrenadamente agresiva deja bien clara su esperanza irrenunciable: "Quiero ser una buena deportista".
Ella es así y cuando habla del atletismo su sistema nervioso cambia totalmente: "Solo jugaba, saltaba y corría... hasta que mi maestra de Educación Física, Clara González Rosa, quiso entrenarme, entonces empecé a competir, a ganar y voy este año a los Juegos Escolares Nacionales... a veces siento un poco de miedo", confiesa y parece como si sus sueños y temores se juntaran en un instante.
Las pistas y áreas de juego, a las que todos visitan y citan con frases manidas cobran ahora un marco referencial renovado por el amor sin freno de su abuela Bersaida, quien insiste en las habilidades de la pequeña con una emoción inustituible.
Yo siento que en sus piernas se encuentran las más puras aspiraciones sociales de la gente de Calle Siete, la imagen del atleta, el alma de Cuba, del Caribe y del resto de América Latina.
Mis vecinos ven en ella la ilusión que calza zapatos deportivos en plenas carreras de velocidad, resistencia y salta de alegría con un chispazo de vida.
No tengas miedo, Helen, vístete y sal a correr.
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