miércoles, 24 de abril de 2019

Lia y Lucifer



Había una vez, no hace mucho tiempo, una niña llamada Lia, a la que  le gustaban mucho los  domingos, porque casi siempre se pasaba el día con su abuelita Mary, su papá, Melissa, Keily  y muchos amigos más allá en la Calle 9, por el reparto  El Valle, en el municipio de Bayamo.

Pero un domingo,  cuando la llevaron para su casa, había estado lloviendo toda la tarde, parecía que el mundo se iba a acabar por los remolinos que hacía el viento, las calles se inundaron, el ruido de los mangos al caer al techo de zinc de la casa de Tony, el vecino de al lado, resultaba pavoroso y no faltó quien hablara de malos presagios.

Luego, -después de una jornada agotadora de juegos  con los niños y su mascota-, como a las ocho de la noche, cuando el cielo se despejó, las nubes permitieron ver la luna, las estrellas… y llegó la hora de volver a  Calle Siete.
... Pero una idea retozaba en la mente de la pequeña y daba vueltas y más vueltas, hasta que no pudo más  y le comentó a la tía: Mimi, abuelita Mary no quiere que lleve a Lucifer -su cachorrito peludo- a su casa.

Primero, hubo silencio entre las dos, más tarde, con voz pausada la tía le preguntó ¿y qué piensas hacer? Entonces miró para todos lados como buscando la mejor respuesta  y con desenfado contestó: Pues no lo llevo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario