jueves, 15 de octubre de 2009

Ivette

“A mal tiempo buena cara” es un refrán que aconseja tranquilidad y entereza ante las contrariedades y vicisitudes, y mis vecinos no solo lo tienen presente, sino que cuando los astros de la noche alumbran las aceras, comienza una tormenta de ideas sobre los más variados temas de la cotidianidad.
Así, sabedores de que en estos tiempos se requiere utilizar los recursos materiales, incluso humanos, de la manera más racional posible, muchas veces los diálogos devienen aguzados análisis por el ahorro de energía, reordenamiento económico en Cuba, producción de alimentos y otros que resultan tan perentorios por su influencia en la educación de la sociedad como la higiene.
Hablando de este último, Ivette Ruiz Carbonell, la médica que multiplicó sus energías y desvelos en tierras de Bolivia, fue clara cuando aconsejó tenerlo en cuenta pues la higiene como parte de la Medicina enseña a conservar la salud y a precaver las enfermedades, lo cual lleva a suponer que un ambiente adecuado, limpio y bello -en las viviendas, la calle, la circunscripción, el Consejo Popular, la escuela, la ciudad o el centro de trabajo al cual estamos vinculados- resulte por sí mismo una garantía para la calidad de vida.
Sí, preocupa sobre todo asumir la prevención como el aspecto más objetivo para evitar enfermedades respiratorias agudas, la Influenza A (H1N1), la conjuntivitis u otras trasmisibles. Y esa es una actitud que debe ser sistemática porque no hay nada más importante que la salud.

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